Cuidarte también es dejarte querer
Te protegiste tanto que ya nadie sabe cómo llegar hasta ti.
Levantaste muros tan altos que incluso tú te perdiste detrás de ellos. Cada herida te enseñó a cerrarte, a fingir que no sientes, que estás bien sola. Y desde fuera pareces fuerte, entera…
Pero por dentro estás cansada.
No es que no quieras amor, es que te da miedo volver a doler.
Y en ese intento de no romperte otra vez, te estás apagando despacio.
Te alejaste para no sufrir, pero también te alejaste del amor que sueñas.
Y no, no se trata de dejar entrar a cualquiera.
Pero sí de permitirte, poco a poco, dejar una rendija abierta.
Porque hay amores que no vienen a herirte…
Hay amores que saben esperar, que entienden tus silencios y te ayudan a quitarte la armadura sin romperte.
A veces, cuidarte también es dejarte querer.